18 de abril de 2008

La noche que el vino se hizo

Nos recibía en Guardaviñas con una copa de vino blanco, fresco, suave, límpido, con la idea de hacernos entrar en calor e ir dejando atrás los formalismos de un largo día de trabajo.

Mientras esperábamos a que llegara el resto de los invitados, nuestros oídos disfrutaban de la música seleccionada por Franco Tintori, y quien escribe (Viviana Cusi) se acercaba a los invitados, preparándolos para ese primer encuentro con la tienda, la comida… el vino.

En un momento dado nuestro anfitrión Froilan Monteverde alzó su voz y con mucha naturalidad empezó a hablarnos. Primero explicó el proceso de realización del vino, diferenciando entre los blancos, los tintos y los rosados. En éste último se detuvo un instante, confesándose como su “fiel defensor”, y que según él ha sido injustamente despreciado. “Estos vinos tienen sus pro” afirmó “y su proceso de fermentación es tan auténtico como el de cualquier otro, la diferencia está en el tiempo en que dejan la cáscara de la uva con el jugo de la uva como tal”.

Luego expuso cómo podemos comprar una buena botella fijándonos básicamente en su etiqueta. “Puedes comprarlo en un supermercado, o en una tienda especializada, todo depende de lo que quieras hacer, y cuánto estás dispuesto a pagar”. Aclaró también cómo podemos pedirlo en restaurantes para evitar llevarnos decepciones a la hora de degustar. Y por último, indicó cuáles son los pasos que debemos seguir para catar un caldo de manera correcta.

Una vez terminada esta breve charla llegó la hora de poner "manos a la obra" y catamos el primer vino, que no era otro que aquel con el que se nos había recibido: Aresti, proveniente de la casa chilena del mismo nombre. Como acompañante se sirvió tortilla española en cubos y salchichón ibérico. Así empezamos a degustar el caldo servido con un poco más de conciencia, guiados por las palabras de nuestro anfitrión.

Después de un breve descanso durante el cual los invitados intercambiaron opiniones con respecto a lo que probraron, pasamos a catar el vino tinto Caballero de la Cepa, proveniente de la finca argentina Flichman. Esta vez acompañamos nuestras copas con jamón prosciutto y queso de turgua con pan sueco. Una vez más Froilan nos dirigió con naturalidad, utilizando un lenguaje entendible, perfecto para todos aquellos que hacían esta actividad por primera vez.

Lamentablemente no hubo tiempo de probar un tercer vino, pero sí pudimos disfrutar de una copa de gazpacho y un plato servido de pimiento de piquillo con atún y ensalada.

Particularmente satisfecha por esta noche de buen comer y beber, escribo estas palabras, y me tomo el atrevimiento de publicar mis Notas de Cata:

* Aresti (gewuztraminner)

A la vista es límpido, brillante, con tonos amarillo muy pálido y reflejos verdosos, haciéndose casi agua en los bordes. Tiene lágrimas delgadas, de poca densidad, lo que nos dice que es un vino joven con pocos grados alcohólicos.

En nariz es fresco, con olores cítricos como limón o lima, y un dejo de eucalipto.

En boca es ácido, con sabores a lima y un poco de duraznos maduros, siempre manteniendo una frescura asombrosa que, sin embargo, no dura mucho tiempo.




* Caballero de la Cepa (malbec)

A la vista es oscuro, con colores rojo ciruela y tonos violáceos. Tiene lágrimas un poco más espesas y gruesas que el vino blanco descrito anteriormente. El caldo baja más lentamente y deja su halo en las paredes de la copa durante más tiempo.

En nariz es dulce, con olores a frutos rojos oscuros como ciruelas y moras. Tiene aromas tostados, un poco especiados que recuerdan a los clavitos usados para perfumar dulces criollos.

En boca es sedoso, redondo, equilibrado, con taninos maduros y refuerza lo que percibimos en nariz. Tiene sabores a ciruelas maduras, a pan tostado, y un dejo de madera, obtenido seguramente durante su tiempo de crianza.

De las tapas servidas solo puedo decir que fueron cuidadosamente escogidas, sin embargo no tengo experiencia alguna “degustando” platos en el sentido estricto de la palabra, razón por la cual me abstengo de emitir alguna crítica.

Como dije en párrafos anteriores, me sentí satisfecha al culminar la velada, e invito a quienes me leen a que participen en futuros eventos. Porque más que “hacer una cata” pasarán un rato agradable, y tendrán un momento para compartir con personas conocidas mientras disfrutan de buenas bebidas y una comida deliciosa.

Me despido ahora agradeciendo enormemente a nuestro anfitrión Froilan Monteverde por brindarnos este espacio, a Franco Tintori por acompañarnos y ayudarnos con tanto esmero, y a todos los invitados que participaron en esta oportunidad.

¡Hasta el próximo descorche!

1 comentario:

Froy dijo...

gracias por la ayuda con el evento, quedo excelente besosss!!!