28 de abril de 2008

Y hablamos de vinos

Un tráfico terrible, y un día extremadamente caluroso fueron la antesala de lo que sería otra noche de tapas, vino y palabras para tratar de describirlo. La calle parecía despreocupada por nuestro compromiso, y nos hizo jugar a la impuntualidad.

Afortunadamente los invitados fueron llegando, y una vez más era una copa de vino blanco el accesorio perfecto para sus diferentes atuendos. Poco a poco todos nos relajamos y fuimos ambientándonos en Guardaviñas, una tienda que invita a disfrutar de los placeres que brindan el olfato, el tacto y por supuesto el paladar.

Mientras nuestros invitados degustaban un paté con pan sueco, nuestro instructor, Froilan Monteverde, se dirigió hacia el centro del local y con naturalidad empezó a hablarnos del proceso en el cual una uva se convierte en un delicioso vino. “Es un proceso dificilísimo, en el que el enólogo pone uvas a fermentar” dijo a modo de broma, aclarando que la magia radica en la manera como se trata el viñedo, las cepas escogidas, y el cuidado que se ponga durante la fermentación del jugo de dichas uvas.

También explicó las características resaltantes de los diferentes tipos de cepas, y los caldos que se pueden obtener con unas y otras. Por último, dio valiosos consejos que podemos seguir para tomar la decisión más acertada a la hora de encontrarnos con una carta de vinos, o ante un estante lleno de botellas.

Finalmente llegó la hora de aprender a catar el vino. Monteverde nos indicó desde cómo tomar la copa correctamente, hasta cómo degustar el verdadero sabor del caldo, pasando por las obligatorias fases visuales y olfativas.

En esta oportunidad abrimos la cata con un vino blanco hecho de uvas chardonnay llamado Viña Maipo, que fue acompañado con tortilla española en cubos. Después de un breve receso, durante el cual los presentes disfrutaron de exquisitas tapas como jamón serrano de bodega español, salchichón ibérico D.O. y mini bocadillos de mortadela italiana, pasamos a los tintos. Empezamos con Don Ramón, hecho de tempranillo y garnacha, y antes de catar un riquísimo malbec de nombre Trivento, culminamos la cena con una ensalada de pollo ahumado, queso de cabra y vinagreta de pimentón y ají dulce.

La velada se desarrolló en un ambiente ameno, donde disfrutamos de la compañía de amigos muy especiales, mientras aprendíamos un poquito más sobre el amplio mundo en el que el vino es el gran protagonista.

Como prueba de ello aquí les presento mis Notas de Cata:

* Viña Maipo (chardonnay)

A la vista es amarillo intenso, límpido, brillante, con tonos verdosos, y sumamente diluido. Sus lágrimas son casi imperceptibles, dada la rapidez con la que bajan por la copa, lo que denota el poco grado alcohólico que posee.

En nariz tiene aromas frutales, de manzanas y duraznos. También puede apreciarse su acidez, y un toque dulzón.

En boca es ácido, y sin embargo deja un sabor dulce en boca que recuerdas a frutas maduras, y que refuerza lo que sentimos anteriormente en nariz.













* Don Ramón (tempranillo-garnacha):

A la vista es rojo rubí muy intenso, con lágrimas espesas que perduran en los bordes de la copa, sin dejar de descender sin embargo.

En nariz ofrece aromas a cerezas y ciruelas maduras, emanando tonos dulces y apasados.

En boca es aterciopelado con taninos suaves, y reafirma el tono apasado y dulzón que sentimos en nariz.


















* Trivento (malbec)

A la vista es violáceo, algo opaco, y ofrece lágrimas gruesas, que van pintando la copa con el color anteriormente nombrado.

En nariz recuerda el olor de la tierra húmeda y granos de café tostado, además de frutos negros y amargos, como las moras por ejemplo.

En boca es amargo, y puede apreciarse el sabor a café tostado, evidenciado el paso del caldo por la barrica. Tiene taninos maduros, y contrario a lo que se siente en nariz, deja un halo de dulzor inesperado, que particularmente disfruté.





Confieso que de los vinos probados, Trivento fue sin duda el que conquistó mi paladar. Y es con ese sabor que decido quedarme para terminar esta reseña, pues se convierte en el resumen de la cata entera: sencillez, sorpresa y elegancia. Elementos presentes en todo momento y que invitan a volver una y otra vez.

Y con estas ganas me despido, esperando que puedan acompañarme la siguiente vez que decidamos “hablar de vinos”.

¡Hasta el próximo descorche!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vivi, me diste hambre con tu post!!!! besos!!!