
Empieza la procesión. Ritmo constante y mantenido. Compás que no se detiene.
1.2.3..4..5 Pulso que late por lo bajo. No grita, no hace escándalo, pero sigue presente, como una sombra, como el fantasma de la muerte.
Marca los tiempos, y cada uno es un segundo, un respiro que nos roba para sí misma y su eternidad.
1.2.3..4..5 Circunspecta, erguida, sin sonrisas ni ligerezas. Se presenta precisa, implacable, amenazante. Ni maligna ni benévola… simplemente neutral, estoica.
1.2.3..4..5 Seguiriya que se acerca con firmeza, manteniendo su pulso inalterable. Nos recuerda lo enterrado y lo que está por enterrar.
No habla pero se comunica. Nos avisa que nuestro camino, tarde o temprano acabará.
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